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Review HIMYM: Vesuvius

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¿Alguien tiene palabras para esto? No, ya las hemos agotado todas. Ya se ha dicho prácticamente todo lo posible sobre Vesuvius, sobre el tramo final de How I met, sobre esta comedia que cada día que pasa, cada capitulo que recorta, nos devuelve más aroma lostiano. Como sucedía con la joya de ABC, estamos presos de las teorías, del “No pueden hacer eso…”, del delirio semanal que culmina en una nueva entrega. Vesuvius ha elevado las apuestas y a mí, qué queréis que os diga, no me queda más dinero. Me rindo, me bajo del tren de las teorías y me subo al vagón del disfrute final. La valentía de esta serie en su despedida me va a justificar casi cualquier final. Gracias, How I met. Y pensar que hay vedettes que te denostan…

Después de ocho años en la cumbre, con audiencias quizá no apabullantes pero sí por encima de la media, How I met está inmersa en el año de su adiós. Me imagino (al menos lo intento) la situación y la metáfora que me viene a la cabeza es la siguiente: Carter Bays y Craig Thomas con una bomba de relojería en las manos, conscientes de la responsabilidad de darle el punto final de los finales a una historia en que la caza y captura de un esquivo personaje, la mother, ha devenido prácticamente en religión. Admitámoslo, somos los Adventistas de la Séptima Mother, después de desechar a Stellas, Victorias, Zoeys, Karens, y un largo etcétera… iba a decir Robins, pero creo que no todos se han rendido en esto. Ejem

Bomba en mano, da la sensación de que Bays y Thomas, la dupla pensante de la serie, ha actuado como si de una partida de poker se tratase, doblando las apuestas y echando a la audiencia un pulso que las pieles más sensibles dudamos si soportar. Porque, queridos mothers, después de algún que otro capítulo flojo, después de algún que otro episodios en que había risas y nada más, después de alguna que otra semana de relleno… llevamos una racha espectacular que en Vesuvius, no perdamos de vista la referencia, ha tocado techo, hecho cumbre. La lava que derrama el volcán de este 9×19 no es lava, no es fuego: son lágrimas potenciales, son la constatación de que How I met, la comedia atípica, cómoda en su papel de sitcom outsider, nos va a entregar una conclusión amarga.

No me voy a extender en el análisis de la escena, como la bautizó David: el propio maestro Martínez habló largo y tendido de ella hace unos días, y vosotros respondisteis poderosamente en los comentarios. Sí voy a intentar resumir la situación a día de hoy, a la espera de que el 9×20 nos resetee. El grueso de seguidores de la serie se divide ahora en tres equipos:

  • Equipo uno: la madre muere. La opción más lógica, a tenor de lo visto en Vesuvius. El brillo en los ojos (psssst… son lágrimas) de Ted y la mother es preludio de un drama, y la frase que pronuncia ella sobre progenitoras que no acuden a enlaces filiales es muy significativa. La cosa no se evidencia porque, como bien dicen los Mosby a dúo, “In a moment like that, when what’s really happening is too intense to deal with, sometimes it’s best… to leave it unspoken, and just enjoy each other’s company instead.” Amén.
  • Equipo dos: otro personaje muere. Por ejemplo Ted, ya que la frase de las madres que no van a bodas de sus hijas bien podría apropiársela Ted cambiando el género. Sin embargo a él lo hemos visto vivito y coleando en 2030, así que la cosa no parece muy probable.
  • Equipos tres: despiste total. Aquí no muere ni el apuntador y todo era una jugada para sacarnos de quicio.

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Opino que es muy probable que la madre muera, pero también soy consciente de que la política de estos guionistas siempre ha sido la de poner un cebo para luego darnos gato por liebre. Confío en que vuelva a ser así porque no me gustaría que Milioti muriese. Ni Ted. Ni nadie. Y ojo: creo que la última lección de HIMYM sería la de darnos un final agridulce, algo poco habitual en las comedias. A día de hoy, abrazo cualquier opción. El final feliz porque adoro a los personajes, o el final tragicómico porque la tónica de la segunda mitad de la serie ha estado teñida de ese aroma pionero.

Más cosas:

  • Muy grandes las hermanas Scherbatsky jugando a hockey… ¿quién no ha recordado esta escena?
  • Soy absolutamente fan de Alyson Hannigan llorando. A veces creo que estoy solo en la defensa de Lily; otra veces me doy cuenta de que es así
  • La manera en que Cobie Smulders dice “This is the best day of my life!!” después de ver que “The Wedding Bride 2” está disponible en PPV es, sencillamente, magia
  • Creo que hay dos tramas en este episodio que quedan eclipsadas por la importancia de su final y que, seguramente, merecían un episodio aparte: Barney y sus trajes, y la secuela de “The Wedding Bride”. Sobre todo porque en esta última me hubiera encantado no solamente ver a Narshall, sino también a Milly, Bobbin y Swarley. Sobre todo, Swarley
  • “You’re right, Ted. This is the one. So… belts.” Barney, siempre Barney
  • Tracey Ullman: la madre de Robin solamente podía ser la psiquiatra de Ally McBeal…

En resumen: capítulo de los gordos, de los que hacen correr ríos de tinta. No nos hemos reído a raudales porque no hay gags de notable alto, pero sobre todo porque aunque los hubiera habido, el titular está en la escena final. Viendo el capítulo dos veces, creo que una de las frases del principio también merece atención: “Thank you for bringing me here”, dice la madre, como si fuese una despedida, como si el ir here esta vez cobrase una importancia especial.

Un capítulo divertido, teorías para todos los gustos y, potencialmente, una muerte llamando a la puerta. Muera quien muera, long live, How I met


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